La catástrofe de Hidroituango le ofrece a Colombia un escenario
excepcional para acelerar el desarrollo de fuentes energéticas limpias y
renovables. Para lograrlo sería necesario adelantar estudios que aseguren una
canasta de generación eléctrica segura que aproveche las fortalezas naturales
del territorio nacional (como la alta radiación solar) y disminuya los riesgos
del cambio climático.
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