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OPINIÓN: Proceso constituyente por democracia directa
Proceso Constituyente – Asamblea Constituyente
La constatación de la falta de claridad política al interior del movimiento popular colombiano – que es la causa determinante de que en este momento la correlación de fuerzas esté a favor de la oligarquía imperial (burguesía transnacionalizada) – nos lleva a tener que diferenciar entre lo que es un Proceso Constituyente por la Democracia Directa y la simple convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.
En este instante de la vida política colombiana llamar a la convocatoria de una asamblea constituyente es poner en bandeja la oportunidad a la oligarquía de volver a “adelantarse” – como lo hizo en 1991 – para retocar su falsa democracia, engañar con una “nueva apertura democrática”, ceder en aspectos no sustanciales algunas zonas y recursos a sectores de la población campesina y colonizadora de regiones marginales, y pintar de “reformista” a un régimen que impulsa la segunda fase de neoliberalismo más violenta y despótica, con más despojo, más explotación, grave arrasamiento territorial y completa subordinación del interés nacional y popular al poder capitalista transnacional.
La constatación de la falta de claridad política al interior del movimiento popular colombiano – que es la causa determinante de que en este momento la correlación de fuerzas esté a favor de la oligarquía imperial (burguesía transnacionalizada) – nos lleva a tener que diferenciar entre lo que es un Proceso Constituyente por la Democracia Directa y la simple convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.
En este instante de la vida política colombiana llamar a la convocatoria de una asamblea constituyente es poner en bandeja la oportunidad a la oligarquía de volver a “adelantarse” – como lo hizo en 1991 – para retocar su falsa democracia, engañar con una “nueva apertura democrática”, ceder en aspectos no sustanciales algunas zonas y recursos a sectores de la población campesina y colonizadora de regiones marginales, y pintar de “reformista” a un régimen que impulsa la segunda fase de neoliberalismo más violenta y despótica, con más despojo, más explotación, grave arrasamiento territorial y completa subordinación del interés nacional y popular al poder capitalista transnacional.
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