El problema, entre otros factores,
radica en el movimiento del Polo Norte. El
polo vaga en maneras impredecibles que han fascinado a los exploradores y
científicos desde que fuera medido por primera vez en 1831 en el Ártico
canadiense. En los 1990, se registró un desplazamiento a una velocidad
de 15 kilómetros al año, y para el 2007 ya había
entrado en el océano Ártico.
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