Los resultados muestran que el bótox funcionó cuando fue inyectado localmente en ese nervio bloqueando la liberación de un neurotransmisor, el acetylcholine, que es el que estimula el crecimiento del tumor.
Este efecto ha sido probado con éxito en ratones y ahora se realizan ensayos clínicos en Noruega. El bótox puede inyectarse a través de gastroscopia y requiere que el paciente permanezca solo unas horas en el hospital. Ver: SALUD